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Mandato del presente. Una universidad para un proyecto nacional
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 100 [2004-10-07]
 

Hay analistas que sostienen que el modelo de universidad que ha existido se encuentra agotado. Que es necesario establecer una clase distinta de universidad para el mundo contemporáneo, de cara a las realidades sociales que conlleva el nuevo siglo. La propuesta tiene mucha relación con lo que ocurre en los países postindustriales. Pienso que en México lo que necesitamos es reconstruir nuestras instituciones educativas a partir de aquello que les ha dado un perfil propio: la autonomía y su carácter público.

¿Se pueden imaginar un México viable sin sus universidades públicas? Yo no. Pero tampoco puedo imaginar que el país saldrá bien librado con la situación actual que guarda la educación superior. Una reflexión acerca de la universidad que vendrá estimula a pensar lo que es posible y probable para reedificarla, lo que se debe y puede hacerse para que afronte sus retos académicos, sociales y políticos.

LA UNIVERSIDAD PÚBLICA, PARTE DE LA HISTORIA DEL PAÍS

Entonces, la pregunta es ¿cómo lograr que la universidad pública avance académicamente, proporcione una buena educación y produzca más conocimiento a partir de las circunstancias vigentes? Dará un punto de vista sobre lo que considero sería de esperar.

Nuestras universidades públicas se justifican porque son instituciones que han sido parte de la historia del país y porque son fundamentales para abrirle a México nuevas opciones a su desarrollo con perspectivas de largo plazo. Creo que la forma institucional que estructura a las universidades se puede armar de una manera más eficiente para educar mejor y enfrentar los problemas sociales no resueltos y los que surjan en el futuro próximo.

Al respecto, hay cuestiones a las cuales la universidad pública necesita dirigirse: la pobreza y la enorme desigualdad social, la ampliación de oportunidades educativas, la consolidación de una democracia auténtica y el aumento de las capacidades que nos permitan llegar a ser una sociedad más justa y competitiva.

Entiendo que la academia es la esencia de la institución. Para que se realice con integridad, con prácticas distintas a las actuales y sea adecuada a los tiempos, requiere soportes mediante el diseño de nuevas formas de organización, gestión y de representación y representatividad de profesores e investigadores en los cuerpos directivos de las instituciones.

LA TAREA ACADÉMICA

En lo académico tendría que instaurarse una docencia fincada en dos conceptos: la flexibilidad y la movilidad de estudiantes y profesores. Enseñar y aprender con un enfoque global y desde una óptica interdisciplinaria cómo se lleva a cabo la creación intelectual, el análisis, la solución de problemas y la crítica.

La universidad respondería a una demanda educativa de estudiantes que eligen libremente la educación que reciben, otorgándoles medio y orientaciones para que escojan cómo formarse.

La idea central es que la sociedad cuente con profesionales que tengan una preparación académica que les permita impulsar sus cambios y participar activamente en ella. Darles a todos los alumnos la mejor educación posible. Lo cual significa, entre otras cosas, que sepan manejar lo que aprenden, cómo adquirir nuevos conocimientos e innovar, estar entrenados para utilizar las tecnologías informáticas y tener una amplia cultura humanística que les brinde una vida más plena y una visión que trascienda las fronteras nacionales.

En el campo docente es imperativo que la universidad pública dedique más energías al posgrado, porque es su torre de fuerza; el espacio donde se combina de manera natural la investigación con la docencia.

El país necesita más investigadores en todos los campos, ampliar su reproducción y llevar a cabo su renovación. Que se haga más investigación. Hay escasez de conocimientos y grandes interrogantes sobre lo que pasa con nuestras vidas, las relaciones entre lo humano y la naturaleza, y las relaciones sociales mismas. Conocimientos básicos para esculpir la comunidad del mañana.

En lo que viene, también necesitamos dialogar y ponernos de acuerdo para que se instrumenten mecanismos que permitan a los académicos tomar decisiones que potencien su actividad, efectuar, en el marco de la interdisciplina, acciones para armar y desarmar colectivos de trabajo, fundar redes académicas en y entre las instituciones, realizar proyectos de investigación comparativos en el campo nacional e internacional y compartir otros con instituciones académicas.

Los académicos son quienes tienen la autoridad científica y con su compromiso y dedicación las instituciones adquieren competencia y prestigio. Somos nosotros, dadas las condiciones de trabajo, quienes reproducimos, transmitimos y hasta reconvertimos la autoridad científica.

Y lo que queremos es que las universidades públicas tengan y mantengas liderazgo académico y sean apreciadas por su ética y pluralidad. La autoridad moral de los académicos está asociada a su facultad de convencimiento y al respeto que la población conceda a la universidad.

LA UNIVERSIDAD DEBE SER UNA INSTITUCIÓN ABIERTA

Es menester que la universidad pública se vuelva una institución completamente abierta, organizada para gestionar procesos de conocimiento, comunicarlo, mantener lazos con el exterior.

Con capacidad de ejecutar estrategias para vincularse a públicos que no ha atendido, idear nichos que hagan surgir nuevas demandas y otros que respondan a los patrones emergentes de la demanda social, recibir a quienes provienen de familias de escasos recursos y cumplen con los requisitos académicos y a quienes regresen a sus aulas.

Asimismo, extender a más personas el acceso a la educación por medio de las tecnologías a distancia. Fincar alianzas entre las universidades públicas.

La sociedad debe reconocer el valor de la educación pública universitaria y la universidad mostrarse como el núcleo principal del que emana el conocimiento. En una sociedad moderna la universidad pública es y será el centro fundamental del aprendizaje, de al sabiduría acumulada, el lugar principal del intelecto, del debate organizado y de la cultura.

En este sentido, a medida que el conocimiento se vuelva más importante para la vida social también lo será la universidad. Ella jugará un papel relevante para gestar condiciones que le permitan al país integrarse de manera más ventajosa a los cambios de la economía mundial y a una dinámica de la sociedad que se asiente en el cuestionamiento, la reflexividad, la participación ciudadana y la distribución equitativa de los beneficios.

LOS DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Los cambios que han ocurrido en el país y en el mundo hacen que la universidad pública confronte grandes desafíos, los cuales la impulsan a transformarse con responsabilidad social. Para que tengamos éxito, es una exigencia contar con un contexto político externo que sea sensible y entienda la importancia de desarrollar la ciencia en México.

Para que la educación superior florezca y fructifique las autoridades necesitan dialogar directamente con la academia. Instituir un nuevo pacto entre la universidad y el Estado sobre la base de un proyecto nacional orientado a l logro de un mayor bienestar social.

Como demuestran otras experiencias, en México la educación universitaria, la acción del gobierno y del sector empresarial son claves para que el país crezca y se desarrollo. Una universidad pública con presencia, dinamismo y vigor evita el riesgo de quedar al margen en un concierto internacional altamente competitivo.

Un sistema universitario, como el del país, con tantas desigualdades, debilitado y sin recursos, propicia, por el contrario, que no es pueda acumular, capitalizar y distribuir conocimiento. Y por añadidura, que se desperdicie lo que históricamente hemos forjado en beneficio de la sociedad. Esto es lo que no debemos permitir.

La universidad tendrá que cambiar y adecuarse al porvenir. Para hacernos fuertes no queda más que mirar críticamente hacia atrás, saber dónde estamos y confirmar que seguiremos adelante. Esforzarnos con ánimo para darle educación universitaria a una población de jóvenes que ha aumentado y continuará creciendo, por única vez, en un ciclo que concluirá en los próximos diez años.

Aunque en este momento sería vital llevar a cabo una acción conjunta de todas las universidades públicas tal que se autorice un subsidio mayor al programado por el gobierno federal para el año próximo, en espera de que se haga una mejor distribución del mismo. Insistir una vez más: sin recursos suficientes y oportunos las universidades no tendrán un rumbo claro como tampoco las mudanzas políticas, sociales y económicas que todavía deseamos.


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