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En la UNAM llegaron los tiempos de la reforma
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 64 [2004-01-15]
 

Los universitarios habremos de atestiguar este año el inicio y los avances de la reforma en la UNAM. Durante el primer periodo del rector Juan Ramón de la Fuente, el proceso estuvo encargado a dos instancias de la administración central. Ahora, la reforma ha quedado en manos de la Secretaría General. Su planteamiento será acotado y tocará, seguramente, aspectos sustantivos del quehacer de la máxima casa de estudios.

Los miembros de la comunidad académica esperamos que los cambios giren en torno a puntos que impulsen el devenir de la UNAM para que la mantengan como institución líder en el conjunto de la educación superior.

Desde hace varios años, en trabajos publicados en medios académicos y campus MILENIO, he insistido en que la reforma de la UNAM debe contemplar lo siguiente:

GOBIERNO

1. instaurar un modo de conducción institucional que sostenga la legitimidad del gobierno universitario y de sus autoridades colegiadas, así como también la puesta en marcha de una administración más eficiente, eficaz y al servicio de la academia. Acabar con el autoritarismo, el burocratismo y generar una cultura política en la comunidad que refuerce el ethos académico.

Por lo pronto, el rector y el patronato han comenzado la descentralización, que es un eje vertebral para modificar la toma de decisiones y fortalecer a las entidades desconcentrando la administración. Deberíamos tender a volvernos una organización federada (hay varias universidades en el mundo que funcionan de esta manera con distintos modelos) toda vez que la UNAM tiene más de veinte establecimientos en el Valle de México y más de cincuenta en dieciocho estados de la República.

Queremos demostrar y necesitamos convencer que una universidad del tamaño de la nuestra puede desarrollarse y gobernarse con los principios de la academia, a los cuales les es consustancial la autonomía.

Por tal motivo es indispensable que las normas propicien que los cuerpos colegiados asuman una libertad responsable para definir y llevar a cabo cambio a los planes de estudio, a las agendas de investigación y a la actividad docente que permitan poner al día a la institución y responder oportunamente a las demandas sociales en plazos más breves.

Tal enfoque requiere, en consecuencia, que el debate jurídico-político sobre el acontecer universitario tenga su propio foro de expresión en un órgano colegiado constituido para tal efecto.

Habrán de ajustarse una serie de funciones que le permitan a las autoridades colegiadas ser un verdadero contrapeso de las autoridades unipersonales. El sistema político universitario, en su estructura y funcionamiento, está agotado en su forma actual y no resistiría una vida académica, decidida por los académicos, vinculada a las ideas de flexibilidad, interacción e intervención. Es fundamental abrir los cuerpos colegiados a una participación que garantice la representatividad y auxilie a darle transparencia a la distribución y ubicación de los recursos.

REFORMA ACADÉMICA Y JURÍDICA

2. Como he apuntado en otros escritos, la reforma académica es el logro mayor del proceso y contiene dos partes que tocan a los actores principales de la vida universitaria: los académicos y los estudiantes. En el primer caso, como lo ha anunciado la rectoría, hay que realizar una revisión del Estatuto de Personal Académico (EPA). Esta es una tarea muy delicada por la gran heterogeneidad que tiene la comunidad universitaria, por las dificultades operativas para lograr consensos, conciliar intereses muy diversos y porque el cambio jurídico debe estar sustentado en un proyecto de desarrollo institucional que renueve a la UNAM y le otorgue posibilidades de futuro.

Por lo que a mí toca, tengo claro que hablo de una reforma y no de un cambio estatutario. Estoy convencido que nuestro estatuto debe ajustarse para normar las realidades que hoy enfrentamos, pero también que preserva y anima el espíritu académico. Por ello, hemos transitado unidos durante tres decenios. Sin embargo, las modificaciones son de fondo, porque tratarán aspectos esenciales como los mecanismos de ingreso y promoción, las cargas de trabajo, la definición de categorías y niveles y, en consecuencia, el tabulador y los salarios. Por tanto, los sistemas de evaluación y las becas al desempeño.

Todas estas cuestiones son de vital importancia para nosotros los profesores e investigadores y pueden dar lugar para construir organismos en la comunidad que sirvan verdaderamente de intermediarios con las autoridades y estimulen la comunicación y el debate de los asuntos locales y de aquellos que rebasan los ámbitos de adscripción personal.

Por lo que respecta a los alumnos es necesario revisar las normas existentes para promover que existan mejores condiciones de estudio. Para una mejor formación de estudiantes de humanidades y ciencias es crucial contar con buenos laboratorios, bibliotecas que tengan al día material docente en cantidad suficiente, aulas adecuadas a las necesidades de la docencia y un magisterio que en las propias instalaciones pueda atender cotidianamente a los educandos, sobre todo dentro de las carreras disciplinarias. La lista de problemas a solucionar es mayor, pero una cuestión central es poner énfasis en que la mejor educación que podamos impartir es para todos.

Hay que procurar activamente, con los medios de que se dispongan, que una mayor cantidad de estudiantes dedique tiempo completo a sus estudios. Este y los anteriores aspectos tienen influencia para reducir la deserción y aumentar el egreso y la titulación, estando esta última sujeta a revisión como parte del proceso de reforma.

La equidad educativa consiste, no sólo en el ingreso, sino también en conseguir aumentos en la permanencia y en la calidad. Cada escuela y facultad debería tomar la iniciativa de hacer un ejercicio que permita analizar los contenidos de la enseñanza y modificar aquellos que consideren conveniente.

La reforma debe prestar atención especial al bachillerato para elevar los estándares académicos del conjunto. En una visión de largo plazo éste es uno de los aspectos que coadyuvará a mantener el liderazgo pero también a tener mejores ciudadanos.

A nuestros estudiantes más jóvenes es a quienes se debe dedicar más esfuerzos. Formarlos bien en cuestiones técnicas, pero sobre todo para que sean hombres cultos (literatura, poesía, historia, ética, geografía, idiomas, música, cine, etcétera) con capacidad de realización humana. La universidad de la nación, al transformarse, debería afianzar sus lazos con el sistema educativo, comenzando por su propio bachillerato.

NUEVAS ALIANZAS Y PROYECCIÓN DE LA UNAM

3. Un punto final es dar atención a otros públicos, ampliar los nexos y las bases sociales con las que se vincula la universidad. Forzosamente requiere elaborar una visión coherente de la acción de la universidad en el país poniendo énfasis en el establecimiento de nuevas alianzas académicas con las universidades públicas, tal que la UNAM sirva como un apoyo académico efectivo para impulsar la superación conjunta del sistema de educación superior.

Asimismo, esta visión de lo nacional se liga al papel que debe jugar la UNAM en el campo internacional. Y aquí hay dos cuestiones. Una es conseguir que la presencia de nuestra casa de estudios en Estados Unidos tenga un plan que permita responder a una población mexicana de varios millones de personas que demandan un sinnúmero de actividades académicas y culturales.

Como todo lo anterior, esta acción redunda, además, en fortaleza política. Hace necesario, igualmente, que lo que se realice para atender a esta población tenga el concurso de las principales universidades locales de los lugares donde tenemos establecimientos.

Hay otro conjunto de universidades extranjeras con estudios sobre México del país como parte de América latina (California, Chicago, Austin, Berlín, CNRS, por ejemplo) con las cuales deberíamos tener intercambios de profesores y alumnos programados de manera permanente. Y como somos parte de la globalización no podemos perder de vista acercarnos de manera estrecha a las grandes universidades latinoamericanas, con las cuales compartimos algunos problemas, experiencias comunes y muchas identidades.

En breve, la UNAM tiene condiciones para crear una visión sobre su presencia internacional y llevar a cabo nuevas acciones en este terreno.

Termino este breve ensayo con lo siguiente: estamos en un mundo donde hay universidades que han cambiado su organización y prácticas académicas para continuar siendo agentes del cambio social. Una institución como la nuestra debe ser capaz de realizar sus reformas y para ello necesita dirección política y reglas para que los ajustes se produzcan sin rupturas y para que quienes participen lo hagan con igualdad de oportunidades para debatir.

El uso de los medios de información internos y externos será importante para comunicar ideas y propuestas, así como estimular el interés de los sectores que componen la Universidad. El proceso de reforma enfrentará problemas que no tienen respuestas fáciles, siendo uno de ellos su operación y otro conseguir que pueda expresarse la voluntad comunitaria mediante la participación en la toma de decisiones que habrán de darnos una institución recreada. Nos esperan buenos e interesantes tiempos.


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