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La apuesta es por la universidad pública
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 53 [2003-10-16]
 

Hacer de la educación superior una verdadera palanca del desarrollo supone realizar grandes esfuerzos; es factible crecer de manera continua respecto del PIB, el monto del subsidio a las universidades públicas, en las cuales se atiende y se atenderá a la mayor parte de los estudiantes.

Es muy probable que ya se tenga una idea de la cifra del subsidio que se entregará a las universidades públicas el próximo año. Los rectores comenzarán una ardua labor para negociar los recursos financieros de sus casas de estudio con el gobierno federal y los gobiernos estatales. Quienes estamos en las universidades sentimos preocupación, porque ante el mal desempeño de la economía, la Secretaría de Hacienda seguramente propondrá recortar una vez más el gasto social, en el cual quedamos encuadrados. Ante ese escenario, pensamos que puede haber retrocesos en la educación superior, cuyo elevado costo pagará el país en el corto plazo.

El momento actual está inmerso en una coyuntura muy compleja en la cual se unen el crecimiento demográfico de los grupos jóvenes, que se prolongará diez años más, una pésima distribución del ingreso, un mercado laboral estrecho para las personas con alta escolaridad y enormes expectativas de mejoramiento social a través de la educación.

Además de lo anterior, el sistema de universidades públicas sufre rezagos desde hace muchos años, tiene presiones crecientes de infraestructura, renovar en algunos casos su comunidad académica, integrar la investigación con la docencia y educar mejor. México requiere, ya, contar con personas muy bien formadas, hacer crecer su economía y aumentar sus capacidades para producir y consumir conocimiento propio, para que la planta productiva que atiende al mercado interno se torne más eficiente, anime la inversión y el empleo. También, luchar para que reduzcan sustancialmente las desigualdades sociales y consolidar la democracia.

Hacer de la educación superior una verdadera palanca del desarrollo supone realizar grandes esfuerzos; crecer de manera continua respecto del Producto Interno Bruto, el monto del subsidio a las universidades públicas, en las cuales se atiende y se atenderá a la mayor parte de los estudiantes. Esto es factible si se deja atrás el fundamentalismo del mercado y si el gobierno entiende, con una visión de Estado, la necesidad de darle prioridad a la educación superior, pues en ella se juega una parte importante del futuro nacional. Asimismo, supone que los directivos de las universidades decidan, en foros como la Asamblea de la ANUIES, jugar juntos para entablar negociaciones con la Cámara de Diputados, cuando discuta el presupuesto, y para darle un viraje a la política de la escasez, por medio de la cual siempre hay alguien que sale perdiendo, normalmente las instituciones más débiles que se encuentran en las entidades más pobres.

Es importante acordar nuevos criterios distributivos del subsidio que rebasen los mecanismos de la inercia utilizados hasta ahora. Parece inviable, según lo demuestra la práctica, aplicar un modelo con reglas de financiamiento homogéneas, que ponga en la misma tesitura instituciones que tienes grandes diferencias, incluido el entorno demográfico, socio-político y cultural en el que se desenvuelven. La realidad más bien aconseja seguir una lógica que distinga los segmentos institucionales que componen el sistema, por ejemplo, universidades públicas federales y estatales, y dentro de estas últimas los estratos en que se dividen por tamaño de la matrícula, demanda posible, monto del subsidio que reciben de la Federación y los estados, recursos que dedican a la investigación, necesidades de formación de sus docentes, etcétera.

La idea es establecer una política financiera que sirva en lo particular a cada uno de ellos. Los propósitos son: otorgar fondos que se ajusten mejor a necesidades, proyectos institucionales y recursos; fortalecer las finanzas de las instituciones más frágiles y vulnerables; consolidar aquéllas que con pocos recursos han conseguido superarse, y mantener la dinámica de las universidades públicas estatales y lograr una distribución más adecuada en el territorio nacional de las oportunidades educativas, hasta hoy concentradas geográficamente en unas cuantas entidades federativas, lo cual resulta absolutamente inconveniente para el crecimiento económico regional, el desarrollo social, un mejor funcionamiento de la democracia y una mayor cultura ciudadana.

Invertir más recursos en las universidades públicas y la investigación científica, así como distribuirlos mejor, será muy rentable para el beneficio de todos. Esa es la apuesta histórica a la que tenemos que entrarle, para que el país deje esta etapa de sobrevivencia en la cual se encuentra y de la cual sacan provecho unos cuantos, que no tienen miras de largo alcance y sólo les importa obtener ganancias económicas y políticas en lo inmediato.


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