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Lo oculto en las universidades
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 19 [2003-02-06]
 

Las universidades públicas cumplen con la función no explicita de dar formación cívica a sus estudiantes o, al menos, eso es lo que suponemos. Se trata de una tarea compleja, no curricular, que significa el desarrollo de múltiples actividades en campos muy variados, como la salud, la sexualidad, el deporte, la cultura, el arte, que auxilian a formar la personalidad y el ser ciudadano.

Estos son los temas que aborda Manuel Durand en su libro Formación cívica de los estudiantes universitarios en la UNAM presentado la semana pasada en el CESU. Desde mi punto de vista es una obra que es necesario leer, porque analiza la complejidad del proceso formativo de los jóvenes. En esta medida permite conocer a los estudiantes, actor principal en el campus, que como sujeto y como personas construyen a la sociedad y, en ocasiones, mediante su activismo político, a la propia Universidad. Pero, además, para el caso de la UNAM, demuestra que la formación cívica está relacionada con las condiciones de estudio que brindan en lo particular cada uno de los planteles, entre los cuales hay unos mejores que otros.

La heterogeneidad institucional de la UNAM la hace un mosaico de realidades, un conjunto de tribus. Y esto se traduce en que existan escuelas muy bien dotadas (aulas, bibliotecas, computadoras, espacios de convivencia agradables, por ejemplo) y otras que tienen grandes carencias. Lo anterior se relaciona con el clima emocional, que rodea al estudiante y con su grado de autoestima. El desarrollo de esta última influye en su desempeño académico, pero también en los valores que adquiere para enfrentar los desafíos políticos al salir de las aulas.

Rigurosa y sistemáticamente el libro aborda cuestiones por demás interesantes. Aquí recupero sólo algunas que llamaron mi atención para la adquisición de una cultura cívica. Me refiero a un conjunto de procesos que bordan en la socialización y sociabilidad de los estudiantes cuyas prácticas deberían ser apoyadas para que la Universidad cumpla efectivamente sus propósitos ocultos: hacer ciudadanos responsables a la altura de la época.

Lo anterior supone actuar sobre el mundo objetivo de lo inmaterial en los jóvenes y darles oportunidad de que se organicen como les venga en gana para llevar a cabo actividades culturales, en el más amplio sentido, que los ayuden a plantearse horizontes de realización. Lo relevante es que tengan un referente institucional en el cual cuenten legítimamente con medios y condiciones de aprendizaje, que les entregue confianza, valor a su actividad y sentido de pertenencia al lugar donde se desenvuelven. Y esto nos demanda enfatizar que la Universidad Nacional Autónoma de México es un espacio público, el ámbito institucional con el que cuenta la sociedad para formar personas que la orienten en sus cambios, que le brinden futuro, que la produzcan y la reproduzcan.

El autor de Formación cívica de los estudiantes universitarios en la UNAM indica que los estudiantes universitarios son el estrato de la sociedad que tiene más posibilidades de acceder a una cultura política democrática. Para lograrlo plenamente no pueden vivir en una situación paradójica donde la inconformidad y el deseo de participar chocan reiteradamente con modos excluyentes de hacer política institucional que minan la credibilidad y legitimidad de las autoridades. Un ambiente político con potencialidad de conflicto permanente como estilo de vida no es lo más sensato para crear hombres y mujeres con una cultura de respeto a las diferencias. Se requiere también armonía, diálogo y pactos políticos incluyentes, para cumplir las tareas académicas y gestar identidades con los fines de la institución y entre sus actores.

Ante las circunstancias del país y el predominio forzado del mercado bien haríamos en la UNAM acentuar la enseñanza de las humanidades; que todos los estudiantes se interesen por la historia, la literatura, la geografía, el cine e Internet. Las humanidades forman cívicamente, abren perspectivas de cambio para que no todo siga igual, proveen raíces nacionales y visiones cosmopolitas indispensables para entender y actuar en la mundialización. Su enseñanza es la que le otorga a la UNAM su más profundo sentido institucional. De ahí que siempre se insista en este punto.

El libro de Durand es rico en ideas, desafiante y polémico políticamente. El acontecer institucional que relata pone una vez más en claro la necesidad impostergable de reformar la UNAM, de hacer balances de lo que se ha hecho bien y de lo que falta hacer para que los jóvenes estudien en igualdad de condiciones en la máxima casa de estudios, centro de la preocupación.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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